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«Hasta siempre, Dunder Mifflin», por Juan Arroyo.

Julio 2013

… poco antes de las dos de la tarde de un caluroso día de primeros de julio, me encuentro ante el “Take 146”. Último del guión correspondiente al episodio 923 de The office.

Casi, de forma mecánica, escribo, siempre en mayúsculas:

//// GUIÓN DEFINITIVO ///

También, de forma mecánica, convierto el guión del editor en un archivo Excell. Guardar cambios, aceptar y cerrar. Se acabó. Es el último guión que pasa por mis manos de esta genial serie.

Nueve temporadas. Nueve años. Sin duda, dan para mucho, pero de todas las cosas que me ha ocurrido en estos últimos nueve años, una de ellas ha sido, sin a penas darme cuenta, enamorarme de cada uno de los personajes que han ido pasando por esta deliciosa serie. La complejidad de sus interpretaciones sólo es comparable al cariño que, con el paso del tiempo, le coges a todos y cada uno de ellos.

La ventaja que me da el tiempo y la paz del trabajo, a solas, frente al monitor, ajustando, hacen que me sienta un ser privilegiado por ser el primero en tener la oportunidad de ver el conjunto de las peripecias de ese puñado de actores en estado de gracia permanente. En la sala, uno _torpemente_  trata de dar las pautas a los compañeros encargados de prestar su voz a estas estrellas de la televisión. Es imposible contar y poner en antecedente de una forma completa, aunque se hace lo que se puede. Tal es la cantidad de giros, chistes, miradas, movimientos de zoom,……………¡¡¡silencios!!!! Nunca antes un silencio dijo tantas cosas. Son tantas las genialidades que resulta difícil de creer que, en tan poco espacio de tiempo, _normalmente son episodios de 20 minutos_, haya tanto talento y tan bien empleado.

Así, pues, gracias al buen hacer de todo el reparto de doblaje, hemos conseguido uno de los doblajes más fieles al original de los últimos tiempos. Son palabras de personas ajenas a nuestra profesión, espectadores de la serie, que han manifestado su particular admiración por nuestro trabajo. En nombre de todo ese fantástico reparto; gracias.

Me dispongo a enviar el último guión ajustado de, The Office, y algo hace que me agite mientras mantengo los dedos en suspensión sobre el teclado. Abro de nuevo el guión y añado una nota al principio del mismo, a modo de despedida. La rescato. Corto, pego y aquí está:

(Último ajuste de esta deliciosa serie. La mejor comedia en muchos, muchos años. Ha sido un regalo. Gracias. Juan Arroyo)

Doy a enviar. Mensaje enviado.

Durante un rato pienso en los buenos ratos vividos con The Office.

Sonrío, mientras recuerdo alguna de las situaciones rocambolescas ocurridas en tantos y tantos episodios. Y recuerdo reírme a carcajadas ajustando sus inteligentísimos diálogos. Vuelvo a oír las risas de mis hijos, fans indiscutibles de la serie, mientras se sentaban a mi lado y disfrutaban tanto como yo, viéndome trabajar y divertirme a partes iguales. Incluso ellos, niños entonces, captaban la suerte que tuve de poder llevar a cabo este trabajo. Y son precisamente eso, sus risas, las que me hacen tomar conciencia de lo valioso que es el tiempo, y lo endiabladamente rápido que pasa. Antes eran risas de niños; transparentes como el agua de lluvia. Ahora son adultos, bueno, mayores de edad, y siguen enmarcando mis ajustes de The Office, con sus risas, ligeramente más graves. Esa es la grandeza de esta serie. Es imposible que no guste.

La próxima semana entramos en sala con el doblaje del último episodio. Hay quien se ha planteado seriamente eludir la convocatoria. Se niegan a aceptar que acabe esta maravilla. Es casi mágico, que un trabajo despierte estas pasiones y sentimientos. A pesar de la crudeza de la realidad y la locura social en la que nos están obligando a vivir, debemos considerarnos muy afortunados por poder disfrutar de la forma en la que lo hacemos, con nuestro trabajo.

Hace nueve años hicimos unas pruebas de voz para una serie muy, muy rara _nos dijeron_, y en efecto, lo era. No sabíamos entonces que este oficio, canalla y maravilloso, nos tenía reservado semejante regalo. Así lo tomamos y con él nos quedamos. Cuánto hemos aprendido en todo este tiempo.

Nos queda un regalo pendiente, no obstante. Esperemos que el departamento de programación de la Sexta (televisión privada para la que se ha doblado la serie), tenga la brillante idea, ya que ha invertido en su doblaje, de emitirla a una hora en la que el público mayoritario pueda verla, y crear así una legión de fans, que sin lugar a dudas, seguirían las peripecias de estos trabajadores de una empresa papelera ubicada en Pensylvania y llamada Dunder Mifflin. No saben lo que se pierden.

Gracias por vuestro tiempo.

Una resma de besos y abrazos para todos.

Juan Arroyo

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