Matilde Conesa, socia de honor de ADOMA
Muchos compañeros han llegado al doblaje desde los escenarios. Sin embargo, Matílde Conesa empezó su carrera artística en el conservatorio de música. Estando allí, ella y otros compañeros, fueron requeridos para realizar una prueba en la cadena SER. Se presentó en Radio Madrid, como quien dice, ayer, en 1947.
Estaban grabando los Episodios Nacionales y necesitaban, para completar el reparto, voces femeninas. El papel que le tocó, afortunadamente para ella, según sus propias palabras, lo que hacía, básicamente, era reírse todo el tiempo. Dice afortunadamente porque su risa gustó, y el gran director Antonio Calderón, le firmó un contrato por un año.
Cuando terminó ese primer año, Antonio y ella estuvieron un tiempo intentando reunirse: para firmar el finiquito, la carta de recomendación… lo típico en esos casos. Pero lo que son estás cosas… que si un día no puedo yo, que si anota no puedes tú… en fin, que estuvo en la cadena SER hasta 1986. Casi cuarenta años.
En el año 1950 supo que estaban haciendo unas pruebas para actores de doblaje. Se presentó, con la suerte de que la prueba se las hizo nada menos que Doña Irene Guerra de Luna, maravillosa actriz y fantástica directora,
Su trabajo le gustó mucho, y a raíz de aquel día, empezó a asignarle pequeños papeles.
Trabajando y aprendiendo pasó un tiempo, hasta que llegó la película «Arroz amargo». En las pruebas de selección para doblar a la protagonista fue elegida. Esa mezcla de trabajo y suerte, según ella, supuso su primera «protagonista». Desde entonces, y hasta el diía de hoy, Matilde no ha dejado de protagonizar clases maestras de interpretación en un atril, y de cómo tiene que actuar un ser humano en todos los ámbitos de la vida, para ser considerada una persona excepcional.
Estaban grabando los Episodios Nacionales y necesitaban, para completar el reparto, voces femeninas. El papel que le tocó, afortunadamente para ella, según sus propias palabras, lo que hacía, básicamente, era reírse todo el tiempo. Dice afortunadamente porque su risa gustó, y el gran director Antonio Calderón, le firmó un contrato por un año.
Cuando terminó ese primer año, Antonio y ella estuvieron un tiempo intentando reunirse: para firmar el finiquito, la carta de recomendación… lo típico en esos casos. Pero lo que son estás cosas… que si un día no puedo yo, que si anota no puedes tú… en fin, que estuvo en la cadena SER hasta 1986. Casi cuarenta años.
En el año 1950 supo que estaban haciendo unas pruebas para actores de doblaje. Se presentó, con la suerte de que la prueba se las hizo nada menos que Doña Irene Guerra de Luna, maravillosa actriz y fantástica directora,
Su trabajo le gustó mucho, y a raíz de aquel día, empezó a asignarle pequeños papeles.
Trabajando y aprendiendo pasó un tiempo, hasta que llegó la película «Arroz amargo». En las pruebas de selección para doblar a la protagonista fue elegida. Esa mezcla de trabajo y suerte, según ella, supuso su primera «protagonista». Desde entonces, y hasta el diía de hoy, Matilde no ha dejado de protagonizar clases maestras de interpretación en un atril, y de cómo tiene que actuar un ser humano en todos los ámbitos de la vida, para ser considerada una persona excepcional.