En el currículo extenso, deslumbrante y ecléctico del mítico Salvador Arias, asoma una empresa menos conocida: escribió y publicó La Biblia en verso, de la que os presentamos una declaración de intenciones y algunas páginas, que os dejarán con ganas de más.
Un saludable ejercicio de humor para los tiempos que corren.
Este romance sencillo
me sirve como ocasión
de pedirle al que se enfade
sinceramente perdón.
No pretendo molestar
ni siquiera a nadie herir.
Sólo intento sin malicia
que alguien pueda sonreír.
Y pedir que no se busque
a este gato los tres pies.
Respeto a Alá, a Mahoma,
a Abraham, Jacob y Moisés.
El respeto es el respeto,
pero aquí y en Sebastopol
¿se puede tomar en serio
que Josué pare el sol?
¿o que Moisés con su vara
abra el mar por la mitad
sin tumbarnos de la risa
ante tanta atrocidad?
Y señores ¿no es de coña
que un pez se trague a Jonás
y a los tres días lo eche?
¿Y sano y salvo además?
Por lo tanto queda claro
que yo no ataco la fe.
Lo que pasa es que el librito
para reírse da pie.
Y si alguno como yo
lo emplea para reír
está expuesto a que alguien quiera
enfadarse o aplaudir.
En cualquiera de los casos
es sencilla la cuestión:
la "Biblia en verso" está en marcha
¡Que comience la función!
Agradecemos a Pablo del Hoyo que nos haya prestado su codiciado ejemplar. Tal vez, si buscáis con ahínco, tengáis la suerte de encontrar por ahí algún otro y poder seguir echándoos unas risas,