Diciembre 2009
Enrique Brasó también se ha ido.
Otro mito de los primeros años noventa. Un puro, humo, un chinchón (o tres) y un Goya. La edad de oro de un estudio antológico. Paco y él eran la mina del estudio y de ellos aprendimos toda un generación. Un puro, humo, un chinchón (o tres) y un Goya. Campechano, cachondo, responsable, se sabía la película de memoria y ensayaba los takes contigo para darte una seguridad que sólo los grandes saben dar sin que se note. No era actor, ni lo necesitaba. Conocía a los actores y sabía sacar de cada uno de nosotros lo que ni siquera nosotros sabíamos que teníamos. Para la historia quedarán títulos que hablan por sí solos: “Matrimonio de conveniencia”, “Colmillo blanco”, “Cristóbal Colón” y dos cimas del doblaje como “El amante” y “Las amistades peligrosas”.
Sí, señores, no era actor, pero ha sido uno de los más grandes directores de doblaje de todos los tiempos. Y se va con un puro, un chinchón (o tres) y con un Goya. ¡Adiós, maestro!
Enrique Brasó junto a Fernando Fernán Gómez
Un comentario
Pingback: Fernán Gómez recuerda ‘El mundo sigue’ | Después del hipopótamo